Te ahogas, te asfixias,
Tus ojos se aguan, la piel se eriza.
El quemar del agua empiezas a sentir
Y, te preguntas:
“Podré resistir?
O será posible dejar de fingir?”
La vista se nubla, el cielo se obscurece;
Todo lo que tenías sobre ti desaparece.
Irónicamente, en tu momento de muerte eres libre.
Libre.
Al fin sientes que puedes moverte.
Pero sólo es una sensación breve.
El quemar de tus pulmones te advierte:
“Te estás hundiendo, vas a morir;
Al llegar a lo más profundo, jamás podrás huir”.
De grandes seres se ha escrito;
Vidas trágicas, finales heróicos,
Todo a modo que refleje su arte–
El poderío y la fuerza que los llevaron a ser invaluables.
Tus párpados pesan, los ojos por fin se cierran.
Se sienten indignos de ver el final que les espera.
Sin embargo, tu mente está muy despierta.
En tu momento final, al fondo del abismo te encuentras…
“Qué se escribirá de mi cuando perezca?
Seré el héroe de mi propia historia, aunque no sea una vida novelezca?
En qué momento perdí la habilidad de luchar por crear mis propias memorias?”
Te mueves, ajitas tu alrededor,
Por un segundo, parece ser imposible sobrevivir tu destino;
Aquello que con tus manos, forjaste para ser tu perdición.
Sin embargo, una llama en ti se enciende.
Te decides a luchar en contra de la corriente– en contra de tu propio cuerpo inherte.
Sientes el crujir de tus dientes,
El constante ardor de tu mente–
La única carga entre la vida y la muerte.
Sientes que tu cuerpo está a punto de desfallecer,
Que tus esfuerzos tienen aún menos validéz
Que cuando vivías fuera del agua, pensando que jamás llegarías hasta este punto,
Sin importar tu insensatéz.
Pero tus ojos se abren, y vez la realidad:
Estás más a flote de lo que pensabas,
Todo aquello sobre tu cabeza se aclara y,
Tu cuerpo, intrépido guerrero, imparte los remanentes de sí.
Primero la nariz, luego la boca,
Y así, logras resurgir de entre las profundidades acuosas.
Toses, respiras,
Por un instante, crees que volverás a hundirte,
Pero te mantienes a flote, decidido a no rendirte.
Entre lágrimas de alegría, suspiros y sonrisas, llegas a una epifanía:
“No necesito ser un héroe, un poeta;
Tampoco que proyecten mi vida como poco elocuente;
Toda una tragedia.
Sólo necesito estar vivo.
Sólo necesito saber que soy valioso,
Y que mi historia sólo yo la escribo.”
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by Noexis Marie Llanos Álamo